Escoliosis

Escoliosis: diagnóstico y prevención

La escoliosis produce una curvatura más o menos pronunciada en la columna y puede tratarse de diversas formas. Los estudios de la marcha tienen un importante papel en su diagnóstico y prevención.

Cuando hablamos de escoliosis en seguida entendemos que nos referimos a una curvatura de la columna vertebral, pero cabe destacar que no todas las curvaturas de columnas lo son.

No son consideradas escoliosis las curvaturas derivadas por “malos vicios” posturales, las curvaturas reflejas provocadas por dolores o contracturas ni tampoco las “escoliosis” compensatorias, en las que la curvatura se produce para compensar otras asimetrías.

Causas y síntomas de la escoliosis

En función del tipo de escoliosis, éstas tendrán unas u otras causas. Por norma general, las escoliosis debidas a malformaciones son congénitas, pero también pueden manifestarse a causa de otras enfermedades. A pesar de ello, la mayoría de escoliosis son de tipo idiopático, aparecen en la infancia o adolescencia y sus causas son desconocidas.

La escoliosis, aunque sea congénita, no se detecta en el recién nacido, sino que aparece progresivamente en la infancia y se estabiliza al terminar el crecimiento óseo, tras la pubertad llegando incluso a aumentar en la vejez si aparecen fenómenos degenerativos.

Cabe destacar que ni las posturas adoptadas por el niño, ni la práctica intensa de ejercicio aumenta el riesgo y que a mayor grado de curvatura hay mayor volumen de escoliosis en niñas que en niños.

Estudios demuestran que la escoliosis no produce más dolores de espalda ni más intensos que los pacientes que no la padecen, al menos en curvaturas leves, ni tampoco que ‘enderezar’ la columna conlleve mejorías relevantes en la calidad de vida de quienes la padecen, salvo las meramente estéticas.

En curvaturas graves sí que puede presentar dolores de espalda crónicos o en casos extremos afectar incluso a la respiración o a algunos órganos.

Tratamiento de la escoliosis

Considerando que la escoliosis no produce dolor ni limitaciones relevantes -por sí sola y en grados de curvaturas leves- el tratamiento escogido y el impacto del mismo debe plantearse en base a sus consecuencias, es decir, no elegir un tratamiento demasiado agresivo para un problema (la escoliosis) cuyo efecto es principalmente estético.

En función del grado de escoliosis, los tratamientos indicados (por orden) son:

  • Ejercicio inespecífico: Busca simplemente mejorar el estado muscular y cardiovascular, tiene efectos positivos en lo que a prevención y evolución del dolor de espalda se refiere, por lo que es muy recomendado para niños tanto para la propia escoliosis como para su estado de salud en general y para instaurar en el niño ese hábito saludable.
  • Ejercicio específico: Tradicionalmente se prescribía con la idea de desarrollar los músculos con capacidad para reducir la curvatura escoliótica, pero no hay pruebas de su efectividad en este sentido, aunque sí a la hora de reducir la prescripción del corsé.
  • Corsé: Su único objetivo es frenar el desarrollo de la curvatura, pero su uso continuado puede generar atrofia muscular. Aunque los materiales de los corsés actuales son mucho más flexibles para resultar más cómodos éstos tienen menor efectividad que los rígidos. Aun así, los cambios observables en un paciente con corsé y otro sin corsé son poco relevantes, por lo que su uso se está replanteando -especialmente en niños-.
  • Cirugía: Sólo los casos de escoliosis asociados a otras enfermedades o malformaciones necesitan ser operadas, por lo que no tendría sentido someter a un proceso quirúrgico a un paciente con escoliosis idiopática ya que los riesgos y las cicatrices son considerables para obtener un beneficio meramente ‘estético’. La cirugía es agresiva y suele tener complicaciones relevantes en el 10,2% de operados, algunos ejemplos son; infecciones de la herida, complicaciones respiratorias o con los implantes. Además, la cirugía de escoliosis supone una pérdida de movilidad de la columna o limitación de los movimientos de rotación, en función de la zona de la columna afectada.

Prevención

Aunque por el origen de esta ‘enfermedad’ es difícil prevenirla en la mayoría de casos, sí existen ciertas recomendaciones para prevenirla o no empeorarla. La práctica de ejercicios para fortalecer la zona, la práctica de natación (un ejercicio cuyos beneficios para la espalda en general son sobradamente conocidos), la correcta higiene postural, no abusar de los tacones y la visita de forma regular a un fisioterapeuta para que valore nuestro estado y nos ayude a no agravar la escoliosis son las formas de ‘prevención’ más comunes.

Los estudios de la marcha también tienen un importante papel en el diagnóstico y la prevención de la escoliosis, especialmente en niños y adolescentes en los que todavía se puede actuar porque se encuentran en fase de crecimiento.

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