Pie plano y pie cavo: Qué son, cuáles son sus síntomas y cómo podemos tratarlo

Los pies son las estructuras responsables de soportar todo el peso de nuestro cuerpo, por lo que constituyen una pieza realmente importante en la medicina actual.

Independientemente de la forma que tenga el pie, lo que verdaderamente importa es su funcionalidad. Una funcionalidad deficiente nos puede acarrear problemas, dolores o patologías en la propia estructura derivadas de su mal funcionamiento. Pero no solo eso, sino que también puede alterar otras estructuras como las rodillas, cadera o espalda.

Tenemos que entender que nuestros pies son como los cimientos de una casa, y si estos se resienten nuestro cuerpo también lo hará.

El desarrollo de los huesos del pie no es igual en todas las personas, unas los desarrollan en etapa fetal y otros lo hacen en edad más tardía, pero todos los seres humanos tenemos los pies planos hasta que cumplimos los 3-4 años aproximadamente.

Está comprobado que infinidad de patologías musculares, tendinosas y articulares de las piernas e incluso de la espalda están directamente relacionadas con alteraciones producidas en la función de los pies, por lo que no está de mas prestarles la atención que se merecen.

En la mayoría de las personas, el arco del pie se desarrolla durante la infancia, pero en algunas personas el arco nunca llega a formarse.

Pies cavos

El pie cavo, al contrario que el pie plano, es aquel en que la bóveda o arco plantar es más acusado de lo normal. Este tipo de pies concentran su apoyo en la zona del talón y del metatarso (debajo de los dedos) y no realizan el apoyo que deberían por la parte media y externa del pie.

Pies planos

Decimos que una persona tiene pie plano cuando el arco de la parte interna del pie está aplanado, lo que hace que toda la planta del pie toque el suelo cuando la persona está de pie.

Las personas con pie plano y/o pie cavo tienen más probabilidades de desarrollar algún problema relacionado con la movilidad del pie, porque se trata de una deformidad que puede alterar la función articular del pie a nivel del tarso (huesos centrales del pie).

Ésta puede ser mayor o menor en función del estado del arco plantar, pero no necesariamente se da en todos los casos. Los problemas en el pie se evalúan en función de la edad, el grado de la deformidad y la presencia o no de dolor asociado.

Cuáles son sus síntomas

Los síntomas que suelen aparecer en personas con pies planos y pies cavos son:

  • Dolor, sensibilidad o calambres en los pies
  • Dolor en la musculatura plantar y dorsos de los pies
  • Dolor en piernas, rodilla, caderas y/o espalda
  • Inclinación del talón hacia afuera (pies planos)
  • Torpeza o cambios en la forma de caminar
  • Dificultades con los zapatos
  • Hiperqueratosis (callosidades o durezas plantares y en dedos) en pie cavo
  • Energía reducida cuando participa en actividades físicas
  • Inestabilidad en los pies y tobillos

Tal y como comentábamos anteriormente, independientemente de que el pie sea plano o cavo, lo importante es ver su funcionalidad e intentar que ésta no afecte a otras estructuras que puedan desencadenar en patologías más graves.

Así cómo por ejemplo, un pie plano puede desencadenar en artritis reumatoidea, artrosis, alteraciones neurológicas o una ruptura de la fascia plantar.

Este es el motivo por el cual cada vez más gente se realiza estudios biomecánicos de la marcha con el fin de analizar las alteraciones morfológicas y/o funcionales de los pies que condicionen al resto de las extremidades inferiores y espalda, fundamentalmente, para intentar corregirlas y tratar así́ la causa de muchas de estas lesiones.

Tratamiento

Plantillas / ortesis plantares

Éstas pueden poner remedio a gran parte de las alteraciones por un mal apoyo. No debemos confundir los términos corregir con paliar. Tanto en niños como en adultos, las plantillas son capaces de aportar un mejor apoyo distribuyendo las cargas de manera más homogénea y realineando las alteraciones estructurales.

Sin embargo, en el caso de los adultos el uso de plantillas nos permite paliar la situación, mejorando los apoyos y los ejes dinámicos y estáticos de las piernas siempre cuando se lleven las plantillas. En cambio, en los niños si que podemos hablar de corrección, ya que sus huesos se encuentran aun en fase de formación. En estos casos, las plantillas actúan del mismo modo que en un adulto, pero además evitan que la patología se estructure, por lo que ya no será necesario el uso de las plantillas una vez finalizada la etapa de crecimiento y conseguido el objetivo de alinear correctamente los ejes dinámicos y estáticos.

Fisioterapia

De manera paralela al tratamiento con ortesis plantares y en función de si padecemos de pie plano o pie cavo, el fisioterapeuta nos puede ayudar a reducir el dolor mediante la aplicación de terapia manual.

Pie plano: Como hemos comentado anteriormente, las personas con pie plano apoyan mas la parte interna del pie, lo que aumenta la tensión sobre la zona interna de la pierna, en especial la del tibial posterior que acostumbra a generar tendinitis. También acostumbran a padecer dolor sobre la zona dorsal del pie debido al hundimiento de los huesos que forman el arco.

En estos casos el fisioterapeuta nos ayudará a desinflamar y reducir la tensión que recae sobre el tibial posterior, disminuyendo el dolor y posteriormente a potenciar la musculatura para que sea lo suficientemente fuerte y elástica que permita soportar la elevación del arco que realizan las plantillas.

Pie cavo: Las personas con pie cavo acostumbran a tener mucha tensión sobre la región plantar, en la fascia plantar. También pueden padecer dolor en la zona del talón o metatarsiana por exceso de presión e incluso en los dedos, pues acostumbran a poner los “dedos en garra” para contrarrestar la sensación de inestabilidad que genera el exceso de arco plantar.

En estos casos el fisioterapeuta nos ayudará a movilizar, relajar y dotar de mayor flexibilidad toda la estructura y en especial la fascia plantar, disminuyendo el dolor y evitando posibles roturas fibrilares producidas por exceso de tensión. Además, el profesional nos puede prescribir la realización de ejercicios propioceptivos que estimulen los receptores articulares, ligamentos y tendones para dotar de mayor flexibilidad todas las articulaciones del pie, en es especial del tobillo, evitando de este modo la sensación de inestabilidad y a su vez los esguinces de repetición.

Cirugía

En muy pocos casos es necesario recurrir a la cirugía para aliviar los síntomas y mejorar la funcionalidad de los pies. Solamente en aquellos casos extremos en los que las opciones anteriores no logren dar resultado.

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